Un Verdadero Padre

padre y hija

Siete años atrás, vi cómo una madre amorosa que acababa de dar a luz, con lágrimas en los ojos entregaba al pequeño niño en los brazos de mi dulce esposa. En aquel día me convertí en padre.

Me sentí abrumado por la responsabilidad que tenía ante mí. Fue un momento emocionante para todos los que se encontraban allí. Por siempre estaré agradecido a la madre biológica de nuestra hija por el amor sincero y confianza en nosotros. Ella sabía que le daríamos lo mejor que pudiéramos a nuestra niña.

Ahora soy el padre de tres niñas hermosas. Cuando la gente descubre que las dos mayores son adoptadas, la pregunta que surge es casi tan predecible como el movimiento de las agujas del reloj. La conversación sigue más o menos así:

Ellos: “No sabía que dos de tus hijas son adoptadas, eso es tan genial.”

Yo: “¡Gracias! Sí, es impresionante. Nos sentimos los padres más afortunados del mundo.”

Ellos: “¿Y cuánto es lo que ellas saben de su verdadero padre?

Cada vez yo no puedo evitar pensar, “Espera, ¿qué dices? ¿Verdadero padre?” “Yo soy su padre y soy plenamente verdadero.”

Pero no se preocupen, no estoy ofendido. Yo sé lo que ellos quieren decir, ellos se refieren al padre biológico. Y eso está bien, yo estoy super seguro de mi paternidad. Soy padre y tengo el humor de padre y el cuerpo de padre para probarlo.

Cuando llevamos a nuestras hijas mayores a la cama y es la hora del cuento, me encanta hablarles del don increíble que ha sido la adopción para nosotros.  Les cuento acerca del club especial al que ellas pertenecen, el increíble club de la adopción.

“Quién más es adoptado? Quién más está en su club?” les preguntaré.

“¡Superman!” comenzará la de cuatro años.

“Correcto, ¿Quién más?”

“Batman, el Hombre Araña, y Ironman,” la de siete años agregará.

“Si, pero más que todos esos geniales superhéroes ¿quién más fue adoptado y es mucho más héroe que ellos?

“Jesús”, dirán las dos juntas.

“Correcto, les diré. Jesús fue adoptado por José, y su historia es verdadera.”

Cuando hablo con mis hijas, reflexiono en el rol de José como un padre adoptivo. Siempre admiré y aspiré a ser como José. Él fue el hombre a quién el Padre Celestial confió a Jesús para criar, amar, proteger y enseñar. A medida que el Salvador crecía, José le enseñaba y compartía con Él todo lo que sabía. José fue un ejemplo. Fue un leal y amoroso esposo para la madre terrenal de Jesús. En medio del juicio de sus pares, fue un novio fiel y confió y obedeció a Dios.

joseph and jesus

Imagino que José se sintió abrumado pero también sintió amor y confianza en los Padres Celestiales al aceptar la solemne responsabilidad de ser el padre terrenal del Salvador del mundo. Él fue un verdadero padre en todos los sentidos al igual que yo soy un “verdadero padre.”

¿O no lo fue? ¿Y lo soy yo realmente?

Algunas veces cuando me preguntaron “Cuánto saben ellas acerca de su verdadero padre?” me encontré con el significado no intencional pero mucho más importante de esta pregunta. Porque no importa cuántos pañales yo haya cambiado y rodillas raspadas haya besado y noches haya pasado en vela preocupado por mis hijas, ellas no son mías en realidad. Son, y siempre serán hijas de Dios primero.

Si hago bien mi trabajo como padre, debería estar preparado para contestar con confianza la pregunta que tan a menudo me hacen: “Ellas saben un montón acerca de Él. Le oran a Él. Saben que Él les ama y que tiene un plan para ellas y que desea que vuelvan a casa a vivir nuevamente con Él algún día.”

Entonces, bienvenidos al club, el increíble club de la adopción.

Ustedes son adoptados. Son hijos e hijas literales de Padres Celestiales. Los aman más de lo que pueden entender y desean que vuelvan a casa con Ellos cuando su obra aquí esté terminada.

¿Y qué hace a un padre ser un verdadero padre? No es solamente hacer chistes cursis, contar historias embarazosas o aún compartir el mismo ADN. Es ser un ejemplo. Es enseñar a sus hijos quiénes son y de quiénes son.

Estoy agradecido por la oportunidad que tengo de ser un padre para tres hijas del Padre Celestial, y estoy tratando de dar lo mejor para ser un verdadero padre. Cuando trabajo cada día para amar y enseñar a mis hijas, estoy siendo un verdadero padre. ¿Y saben qué? Me siento bien con una “v” minúscula en esa palabra porque reservo la “V” mayúscula para el Verdadero Padre, su Padre Celestial.