
El Salvador nos enseñó que la forma de mostrarle que le amamos es guardando sus mandamientos3. Esto requiere acción. El mundo erróneamente enseña que el “no hacer a los demás aquello que no queremos que hagan con nosotros” es suficiente. Si bien, hasta cierto punto, esto podría ser bueno, también puede resultar en un pensamiento en donde si me quedo en casa y no hago nada nada malo a nadie, todo estará bien. El Salvador enseñó la manera correcta de obrar a través de una “Regla de Oro” en donde no basta con no hacer lo malo, sino que también tenemos que hacer lo bueno. “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced con ellos”4.
Es muy bueno que tengamos el conocimiento de la verdad en nuestras mentes y que testifiquemos frecuentemente de ello con nuestras palabras a través de nuestra boca. Aun mejor es que podamos sentir en nuestros corazones la eficacia de la palabra. Sin embargo, aunque todas estas cosas son importantes, no son suficientes. Necesitamos agregar un aspecto más el cual es actuar, hacer cosas buenas. Leer las escrituras, orar, predicar, bendecir, ir a la iglesia, ministrar, brillar, etc., son el reflejo de la caridad a través de nuestros actos.
El colocar al Salvador como el centro de nuestras vidas, la roca sobre la cual estamos fundados, es lo que nos permite tener esta mirada. Nos ayuda a estar preparados para cuando vengan los tiempos difíciles y también a abundar siempre en buenas obras5. Esta abundancia en buenas obras es justamente la consecuencia del deseo de llegar a ser amorosos y caritativos a través de hechos y acciones, reflejando así en nuestro actuar lo que pensamos, decimos y sentimos.
Entonces, ¿por dónde comenzamos? Me parece que un buen comienzo es escuchando el llamado del presidente Thomas S. Monson a trabajar “Apresurando la Obra de Salvación”.
Permítanme sugerir algunas ideas de cosas que podemos hacer:
- Salir con los misioneros a visitar a aquellas familias o personas con las cuales el consejo de barrio está trabajando. Compartiendo sus sentimientos y testimonio cuando los misioneros estén enseñando una lección.
- Completando el cuadernillo “Mi Familia: Historias que unen”. Este trabajo por nuestros antepasados nos ayudará en la recopilación de nombres e historias además de unir a la familia al buscar esta información. Luego, pueden planificar un viaje al templo para hacer las ordenanzas por sus antepasados.
- Leer las escrituras, particularmente el Libro de Mormón, por los próximos siete días sin fallar ningún día. Al ser un periodo de tiempo más corto, esto les ayudará a ver su progreso con respecto a este mandamiento. Luego transcurridos los primeros siete días colocarse la meta para leer por otros siete días más sin fallar ninguno. Luego por otros siete y así sucesivamente hasta que se convierta en algo muy importante en sus vidas no dejando pasar ningún día sin leer las escrituras.
Sé que al trabajar con estas tres ideas podremos reflejar el amor que tenemos por el Salvador a través de nuestros hechos. Así nuestros pensamientos, palabras, sentimientos y acciones estarán alineados, desarrollando el amor puro de Cristo, la caridad, siendo esto lo que necesitamos para que nos vaya bien en el último día.
Testifico que Jesucristo es el Salvador del mundo. Él está vivo y ésta es Su Iglesia. Es mi ruego que todos logremos comprender qué es la caridad y que la vivamos mediante la abundancia de muchas buenas obras.
Notas:
1.- Moroni 7:47
2.- Eter 12:34
3.- Juan 14:15
4.- Mateo 7:12
5.- Eter 12:4