Un destello de eternidad

Un destello de eternidad

Eduardo y Leticia Rodríguez, de la estaca Buenos Aires Congreso, son obreros del templo de Buenos Aires desde hace muchos años y hace unos meses atrás compartieron con su hijo Matías el emocionante momento de abrir el llamamiento misional.  Con la sorpresa de conocer el lugar en dónde serviría, estaba la premura de tener apenas tres meses de tiempo para ultimar los detalles de su preparación, que incluía, entre otras cosas, entrar al templo y recibir sus investiduras.  

Esa preparación se vio completa cuando Matías expresó su deseo de ser obrero del templo. La semana antes de su partida al campo misional, los tres tuvieron la satisfacción de servir juntos como obreros en La Casa del Señor.

En cuanto a la experiencia vivida, Eduardo y Leticia contaron:

Una oportunidad, un privilegio, una bendición…
“Cuando escuchamos al presidente Carlos Canga, presidente del Templo de Buenos Aires, anunciar que todos los misioneros con llamamiento recibido podían ser obreros del templo, nos miramos con nuestro hijo Matías y supimos que sería una gran oportunidad para él y otros jóvenes. Pocos días después, tuvo su entrevista en el Templo y fue apartado como obrero.

Una oportunidad, un privilegio, una bendición…

Con mi esposa Leticia somos obreros también, así que tuvimos el privilegio de acompañarlo en esta nueva experiencia. Es indescriptible el gozo que experimentamos al servir juntos en la Casa del Señor. Todo el grupo de obreros lo ayudaron a aprender rápidamente y realizar muchas ordenanzas en ese corto lapso, antes de su partida a Brasil.

No tenemos ninguna duda que el Templo une a las familias, no solo por la eternidad, sino también aquí en la Tierra, cuando juntas pueden oficiar en esos cuartos sagrados. La unidad familiar se fortalece cuando servimos en su Santa Casa.

¡Qué mejor preparación para salir a dar testimonio al mundo de la Restauración, del plan de felicidad y del Cristo viviente que servir en el Templo!“

Por su parte, Matías, quien actualmente está sirviendo como misionero en la Misión Brasil Recife, expresó:

Una experiencia inolvidable
“El Espíritu es el que testifica de las verdades del evangelio. Cuando entré por primera vez al templo, realmente lo único que pude entender y discernir fue que el Espíritu Santo me confirmaba que lo que estaba haciendo en ese santo lugar era  verdadero.  A pesar de poder distinguir esas impresiones y ese fuego en el pecho, no logré entender demasiado, ni  captar la dimensión de los convenios que en ese momento estaba haciendo con mi Padre Celestial.
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Una experiencia inolvidable

Con las instrucciones y clases que previamente había recibido, sabía que en mi primera experiencia iba a entender muy pocas cosas, lo cual me dejó bastante preocupado. Como deseaba aprender más acerca  de los convenios que YO MISMO había hecho, acepté la invitación que el presidente del templo hizo en la conferencia de estaca a cada joven que esté por salir a la misión, de ser obrero, así sean dos meses, mes y medio o los días que le falten para salir al campo misional.

Si bien no  sabía muy bien qué era ser ‘’obrero del templo’’, estaba seguro que gracias a ello podría saber más acerca de estos sagrados convenios y ordenanzas. ¡Y así fue! Realmente llegué a entender lo que allí se hace y se enseña.  Con amor los hermanos me ayudaron, alentaron y estuvieron pendientes de cada paso que daba. Llegué a tomar con más respeto todas las ordenanzas de la Iglesia, no solamente las que se hacen en el  Templo, sino también las que podemos efectuar fuera de él por medio del sacerdocio.

Ir varias veces al templo durante el mes previo a salir para mi misión me ayudó a no dudar, a no estar preocupado por no entender completamente aquellas cosas que había hecho. Creo que hubiese sido una  traba en mi misión el no saber con claridad qué es lo que había realizado dentro de las paredes de la Casa del Señor. Ahora entiendo mucho mejor las cosas, pero lo más importante es todo lo que viví en esas semanas. Ser obrero del templo cambió mi perspectiva acerca del amor del Salvador y de lo que Él espera de nosotros. Amo al Salvador, Su obra y Su Santa Casa.”

El servir en el templo, con nuestra familia, es la mejor manera de entender que la unidad familiar es más que estar juntos, que implica también el tener la misma visión. Como dijo Leticia, su madre, minutos antes de que Matías subiera al avión “cuando los vi de pie, listos para trabajar…esa imagen fue como un destello de eternidad”.

cuando los vi de pie, listos para trabajar…esa imagen fue como un destello de eternidad
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